En las cubiertas y las bodegas de los barcos que recalaban en Valparaíso a fines del siglo XIX, no sólo venían mercaderías, también en sus hombres de mar, especialmente europeos,  llegaba el rumor de ideas libertarias, de luchas obreras, de trabajadores organizados para luchar por sus derechos, basados en las doctrinas de connotados pensadores sociales.

Mejores condiciones de vida para ellos y sus familias, horarios más humanos, remuneraciones más justas, derecho al descanso, a la salud, en fin reivindicaciones sociales, que difícilmente podrían lograrse en forma individual, sino en forma organizada y colectiva.

En esos años ya lejanos comenzaron en Chile, diversos intentos de trabajadores de las más diversas profesiones u oficios por plasmar algunas formas de organización obrera, de lo cual los operarios de los puertos no estuvieron al margen, surgiendo agrupaciones de calafates, carpinteros, cargadores y otras, que con el tiempo se refundieron y fortalecieron mutuamente a través de la unidad, comprendiendo que en la “Unidad está la Fuerza”.

ORIGEN DE LA EMPORCHI

La Empresa Portuaria de Chile, fue producto de un proceso evolutivo que se remonta a 1811, en los albores de la Independencia Nacional, con la dictación de la Ley de Libertad de Comercio, que declaraba abiertos al libre comercio con todas las naciones, los puertos de Coquimbo, Valparaíso, Talcahuano y Valdivia.

En el periodo conocido como la Patria Nueva, el Director Supremo Don Bernardo O’Higgins, promulgó el Reglamento-Ley sobre Aduanas para complementar la Ordenanza de 1811, perfeccionado el control para evitar el fraude y el contrabando, para asegurar la recaudación de impuestos y para mejorar la administración.

Además de establecer estas normas, el reglamento-ley estableció los derechos de puertos marítimos por concepto de pilotaje, anclaje y amarradero, disponiendo también que el tesoro destinaría  fondos a las obras públicas de los puertos.

Al comenzar la República, durante el decenio de Presidente Joaquín Prieto (1831-1841), con el establecimiento de los almacenes de depósito en Valparaíso, se transformó el puerto chileno en el emporio comercial del Pacífico.

Entre 1833 y 1837 se reglamentó el uso de los almacenes de depósito y comercio marítimo de tránsito, como también se dictaron normas sobre los derechos de puerto por anclaje, tonelaje de muelle y rol, encargándose a la Aduana la recaudación correspondiente.

Durante el decenio de don Manuel Bulnes Prieto (1841-1851), se dictó una nueva Ordenanza de Aduanas, que entregó el control y la dirección de las actividades portuarias a la Aduana, situación que se mantendría por largos años, ratificándose incluso  en 1927, con una nueva Ordenanza de Aduanas que puso a los puertos bajo la administración de la Aduana.

Esta situación solo se definiría durante el gobierno de Don Jorge Alessandri Rodríguez. En 1959 el Congreso Nacional dictó la Ley Nº 13.305 (D.O. 6-4-1959.) que facultaba al Presidente de la república para reorganizar la administración civil del Estado, que mediante 355 DFL fijó los estatutos del personal de los organismos públicos, uno de estos decretos con fuerza de ley, fue el DFL Nº 290, de 31 de Marzo de 1960 y publicado en el Diario Oficial Nº 24.613, del 6 de Abril de ese año, que dio vida legal a la Empresa Portuaria de Chile, EMPORCHI.

LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES PORTUARIOS

A su vez los trabajadores portuarios fueron uniéndose a través del litoral, primero son las Asociaciones o Agrupaciones por especialidades las nacen en los puertos: La Asociación de Profesionales, la de Grueros Eléctricos, la Federación de Movilizadores, de Valparaíso.

Algunas de ellas con el tiempo, adquieren el carácter de organizaciones nacionales. Otras se van consolidando y reuniendo a los trabajadores de sus respectivos puertos, es el caso de la Asociación “José Mariano Valenzuela” de Valparaíso o la Asociación “Luciano Claude” de San Antonio.

Obtienen vigencia legal a través del otorgamiento de Personerías Jurídicas, lo que les permite actuar al amparo de la ley en todo aquello que les sea permitido.

Pero un convencimiento comienza a surgir en estas organizaciones locales dispersas a lo largo del extenso litoral chileno: Unificar esfuerzos a través de una sola organización nacional.

De esa convicción nace la Federación Nacional de Trabajadores Portuarios de Chile.

En 1963 se acuerda convocar al Primer Congreso Nacional Unitario de los Trabajadores Portuarios. En ese acontecimiento sindical se conocerían las Finalidades y Principios que serían la base de la unidad. Sus objetivos: Estrechar los vínculos de amistad entre sus miembros; buscar el perfeccionamiento cultural y social de los mismos; adquirir y mantener sedes sociales para los asociados; llevar a efecto un Plan Habitacional para sus miembros, crear y sostener bibliotecas; procurar el desarrollo comunitario y solidario entre los integrantes y fomentar el cooperativismo.

Junto a estos propósitos  de bien común, surgían con fuerza los objetivos netamente sindicales, reafirmando las conquistas laborales, sociales y económicas existentes y a la vez alcanzar nuevos logros gremiales.

Se promueve la obtención de sedes sociales para todas las organizaciones locales en la gran mayoría de los puertos, lo que posibilitará la dictación de la ley Nº 16.250, también la ley permitirá el surgimiento de campos de recreación y esparcimiento y aportará los fondos necesarios para establecer el Plan Habitacional de los Trabajadores Portuario, de enorme importancia para resolver el problema habitacional de la inmensa mayoría de los trabajadores de EMPORCHI.

La Federación Nacional,. deja atrás las antiguas Uniones y Comandos Nacionales, y surge en un régimen democrático y libertario como máxima expresión de la voluntad unitaria de los trabajadores.

LOS AÑOS DIFÍCILES

Diez años más tarde, luego del golpe militar del 11 de Septiembre de 1973, la organización gremial portuaria, al igual que todo el movimiento sindical chileno es sojuzgada por la Dictadura Militar.

Muchos dirigentes sindicales son asesinados, torturados, relegados, exiliados, exonerados de sus cargos y de sus trabajos, y quienes sobreviven manteniendo vivas sus organizaciones, deben acatar a la fuerza el llamado Plan Laboral, ideado a favor de los patrones, por el entonces Ministro del Trabajo del gobierno que encabezara el general Augusto Pinochet Ugarte, José Piñera Echenique, hermano de Sebastián, aspirante a candidato presidencial de la Derecha para el 2009.

Piñera no solo se limitó a aplastar “legalmente” los derechos de los trabajadores sino que prácticamente expropió sus fondos previsionales, al liquidar el sistema de reparto solidario que se aplicaba a través de las Cajas de Previsión Social, reducidas luego a su mínima expresión en el INP, creando las Administradoras de Fondos de Pensiones, las AFP, basadas en el sistema de capitalización individual y posibilitando uno de los mayores y mejores negocios surgidos al amparo de la Dictadura y que tras el retorno de la Democracia en 1990 no ha sido posible de modificar por los gobiernos elegidos democráticamente.

Un valioso documento de la FENATRAPORCHI , que data de 1980, rescatado por este periodista, que ese año fue uno de los primeros críticos y una de las primeras víctimas de la política laboral represiva de la época, al ser exonerado de su cargo de Presidente Nacional de la Asociación de Empleados de Aduanas de Chile, ANEACH y de su trabajo en la Dirección Nacional de Aduanas, un caso de gran repercusión en esos años y en cuya defensa y rechazo a la arbitraria medida, destacaron los trabajadores portuarios, el grupo de los 10 y la ANEF, presidida por su lego dirigente mártir, Tucapel Jiménez Alfaro.

En dicho documento los trabajadores portuarios reflejan el momento que  vive el país: “Cae el telón que pone fin a una feliz etapa marcada por la libre determinación de los trabajadores, para tener que aceptar un nuevo esquema orgánico gremial impuesto contra la voluntad de los trabajadores; creado a sus espaldas por los sirvientes de capital para servir sus intereses, no los de los trabajadores y cuyo contenido fundamental se encuentra inserto en el articulado de los Decretos Leyes que forman el Plan Laboral.”

Luego agrega: “De momento, los trabajadores parece que no tuviéramos otra alternativa que aceptar los hechos como están planteados. Resulta evidente que el espíritu de lucha de los hombres de trabajo se encuentra seriamente minado; la voluntad y la decisión de defender sus conquistas económicas, sociales y previsionales  ha sido abatida en la misma medida en que el enemigo se ha fortalecido a costa de nuestro debilitamiento. Pero el quehacer de los trabajadores organizados en la reconquista de sus derechos no ha de permitir que esta situación se prolongue indefinidamente y si bien es cierto ha limitado al máximo nuestras posibilidades de organización y fortalecimiento, no lo es menos que, usando las propias condicionantes que hoy nos imponen, encontraremos los caminos adecuados para la superación de esta negativa etapa”.

Caminos que tardaron 17 años en consolidarse, en el intertanto muchos dirigentes portuarios lucharon por el retorno democrático, aún desde la clandestinidad.

En 1970 fueron 15 los dirigentes elegidos en el Tercer Congreso Nacional de Trabajadores Portuarios, realizado en Iquique, diez años más tarde, solo 4 sobrevivieron en sus cargos y 11 debieron acogerse a retiro o partir al exilio.

Este artículo recoge sus nombres para el recuerdo perenne, algunos ya fallecidos,  Salvador Yáñez Elgueta, el primer presidente nacional, Manuel  Muñoz Herrera, José Troncoso Sotomayor y Jorge Severino Oyanedel, de Valparaíso. Jorge Severino, que hoy descansa en paz, era apodado el “Rey de Reyes” por su gran liderazgo y capacidad sindical y política.

Otro gran dirigente, combativo y valiente fue Carlos Frez Rojo, quien representaba a Arica, tras su alejamiento  forzoso del gremio portuario, cuando fuera destituido por el Gobierno Militar de la Presidencia Nacional de la Federación  e incluso relegado al interior de Arica, su experiencia sindical rebrota años más tarde como aguerrido líder del gremio de los taxistas colectiveros.

Jorge Avalos Videla y Vicente Lazo Lazo, pertenecían al puerto de Antofagasta; Francisco Villatoro Marambio, a San Antonio y Bernardo Gajardo a Talcahuano.

En otros directorios son particularmente recordados Arturo Villatoro Marambio, Presidente Nacional entre 1967 y 1970, Juan Soto Soto, ex Vicepresidente y Secretario de Previsión y de Finanzas, Carlos Rojas Montero, Secretario General en varios periodos, Hugo Aguilera Aguilera, Presidente Nacional entre 1978 y 1980, Gabriel Unzaga Díaz, Secretario, Alberto Bayarlía, uno de los pioneros de la organización sindical portuaria, en la UNIOPORT, Osvaldo Basualdo, Manuel Guerrero o Carlos Garrido, ex Presidentes Nacionales, son solo algunos de quienes han destacado en la historia del sindicalismo portuario obrero.Las difíciles condiciones en que sobrevivía el sindicalismo chileno, también afectaron a la organización de los trabajadores portuarios.

Entre el 20 de Septiembre de 1973 y el 1º de Mayo de 1975, fue designado Director de EMPORCHI, el Capitán de la Armada, Hugo Alsina Calderón, como Delegado Militar de Gobierno, quien aseguró a algunos miembros del Consejo Directivo de la Federación que se respetarían  los sistemas de remuneraciones, sociales y provisionales vigentes, además del reconocimiento a la labor de la Federación Portuaria. Todo ello pronto sería seriamente violentado y suspendida la actividad de las organizaciones laborales y las franquicias y fueros de sus dirigentes.Vinieron las exoneraciones masivas, el interinato de todos los trabajadores de la Administración Pública, caducándose los contratos a muchos de ellos, auque muchos gracias a las gestiones de la Federación lograron jubilar siempre que contaran con más de 15 años de servicios fiscales.

Se modificaron los sistemas de trabajo vigentes y  de remuneraciones, se introdujo la Escala Única de Sueldos y salarios mediante el Decreto Nº 249 de 1974, se le quitó a la Federación la administración de una preciada conquista, el Plan Habitacional, en una clara demostración de la ideología imperante para quitarle poder a los trabajadores.

Pese a las difíciles circunstancias el Consejo Directivo de la Federación estuvo presente en la discusión y solución de todos los temas relacionados con el interés de los trabajadores y solo así pudieron rescatarse algunas de las antiguas conquistas sociales que permanecieron en el tiempo.

LA PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PORTUARIOS

En 1978 comienzan las gestiones orientadas a demostrar la inconveniencia de entregar al sector privado el manejo de las actividades portuarias del país, con el pretexto que el “Estado siempre ha resultado un pésimo administrador”, lo que junto con ofrecer servicios deficientes, significaba un grave daño al erario nacional. Un mentís a ello deberían ser los cuantiosos recursos entregado al Estado por EMPORCHI con cargo a sus utilidades.

Estábamos en presencia del inicio de la aplicación en Chile de las políticas económicas neoliberales que junto con traspasar al sector privado las principales empresas estatales a precios viles, debilitaba la fuerza de las organizaciones sindicales y gremiales.

La Empresa Portuaria de Chile,  no fue la excepción, el 15 de octubre de 1981, siendo su presidente el Vicealmirante Luis Eberhard Escobar, se promulgó la ley Nº 18.042 que creaba la Corporación Nacional Portuaria  en reemplazo de la EMPORCHI. El nuevo organismo fue concebido para constituir las diez sociedades anónimas con el Fisco, en los respectivos puertos.

Empresas particulares se hacían cargo de la manipulación de la carga, incluyendo la transferencia, el porteo, el almacenamiento y el acopio. Con ello la estabilidad laboral de los trabajadores portuarios nuevamente se vería amenazada y afectada, solo la existencia de la FENATRAPORCHI y de los demás gremios marítimos y portuarios, permitió en Dictadura y en Democracia, luchar por su derechos y su futuro laboral.

Con el retorno de la Democracia en 1990 y durante los gobiernos de los presidentes Patricio Aylwin Azócar, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos Escobar y de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria, la privatización de los puertos no fue revertida y por el contrario profundizada, con la Ley Nº 19.542 de 1997, ya que las políticas neoliberales, heredadas del Gobierno Militar han perdurado, especialmente por la formación de los Ministros de Hacienda de los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia.  

LOS DESAFÍOS FUTUROS

Gran protagonista de la historia reciente de la Federación Nacional de Trabajadores Portuarios de Chile ha sido su Presidente Nacional desde 1998 y dirigente nacional entre 1985 y 1988, Hernán Bravo Aravena.

Eficientemente secundado por otros experimentados dirigentes como los vicepresidentes, Héctor Contreras Villalobos, Roberto Sepúlveda Tirado, Gastón Saavedra Chandía y Francisco Mulatero Álvarez; el Secretario General, Raúl Maturana González; el Prosecretario Maximiliano Celedón Reyes; el Tesorero, José Arriaza Bello, el Protesorero, Gabriel Muñoz Obando; el Secretario Zonal Norte, Oliver Ortiz Rivera; el Secretario Zonal Sur, Daniel Aguila Vera; el Secretario de Organización, Juan Jiménez Vera; el Secretario de Conflictos, Francisco Jiménez Pantoja; el Secretario de Educación, Fernando Covarrubias Covarrubias y los Directores, Sergio Teneo Chávez, Miguel Soto Soto, Alex Valdivia Rojas, Carlos Padilla Ponce y Fabián Aedo Johnston.

Este Directorio Nacional 2008-2012 tendrá la difícil misión de enfrentar la modernización portuaria, la que debe generar nuevas y mejores oportunidades de trabajo, estable y no eventual para los actuales trabajadores de los puertos chilenos. Para ello han planteado una Ley General de Puertos, que el Gobierno y las empresas concesionarias deberán evaluar en toda su importancia y dimensión, para construir una política y una nueva institucionalidad portuaria para el país, donde se contempla entre otras medidas la creación de un Ministerio del Mar y una Subsecretaría de Puertos.

Así se está escribiendo la historia de esta Federación, años de esfuerzo y lucha constante en defensa de las conquistas de sus trabajadores, esfuerzo y lucha que no cejarán frente a los desafíos futuros Me gustaría escribir esa crónica.

DANIEL LILLO CUADRA
Periodista